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Foto del escritorDaniela Hermosillo

Valores familiares, dogmas y otras herramientas inútiles para combatir la violencia de género


Una manifestante sostiene una cruz de madera en conmemoración de las víctimas de feminicidio en México frente a la Catedral capitalina el 8 de marzo de 2018. (Foto por Ariadna Suárez/@ariadna.sl6).


 
"¿Por qué los valores familiares y morales del Presidente no evitaron que esto pasara? ¿Por qué él sigue diciendo “que tiene otros datos” cuando se están matando a las mujeres enfrente de la gente? Es porque los dogmas no se pueden contestar, no están fomentados en argumentos o evidencias, solo recalcan que el mandato de AMLO está basado en la fe y esta es la que guía su gobierno."

Cuando era niña, vivía en el Estado de México, en un municipio que se llama Coacalco de Berriozabal. Recuerdo que en las tardes me apuraba a hacer mis tareas para salir a andar en bicicleta con mis amigos, también jugábamos quemados, atrapadas, futbol, nos juntábamos con niños de otros edificios para la reta, en fin. Un día, sin más ni más mis padres dijeron que había que mudarnos a la Ciudad de México para estar más cerca de sus trabajos y de las escuelas de mi hermana y mía, y así lo hicimos, yo tenía ocho años. Ahora que soy más grande, me doy cuenta de que no nos mudamos por la cercanía, sino porque el Estado de México entró en alerta de género justo ese año y se había convertido en el Estado más peligroso de todo el país para ser mujer y se ha mantenido así desde entonces. Hoy, en medio de la contingencia por coronavirus, el Presidente de México dice que ese problema de género que ha cobrado la vida de cientos de mujeres y ha afectado a otras miles, no existe.


El Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI), en 2019 informó que el recuento de abuso infantil era alarmante. “De los 46.5 millones de mujeres de 15 años y más que hay en el país, 66.1% (30.7 millones) ha enfrentado violencia de cualquier tipo y de cualquier agresor, alguna vez en su vida, y 43.9% ha enfrentado agresiones del esposo o pareja actual, o la última a lo largo de su relación”. Pero el Presidente dice que el mexicano es un pueblo de valores. Con eso se tiene para barrer los problemas bajo el tapete y fingir que las estadísticas mienten.

Lo que ha cambiado desde que vivía en el Estado de México es que ahora las niñas se exponen a agresiones de muchos tipos al salir a jugar con sus amigos; lo que sigue igual es la violencia que sufren dentro y fuera de sus casas; lo que se ha agregado es la negación del problema por parte del gobierno, específicamente del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Cuando se le pregunta por casos específicos de violencia intrafamiliar como el de Ingrid Escamilla, quien fue brutalmente asesinada en su casa por su esposo, frente a su hija, el Presidente culpa al modelo neoliberal en vez de culpar al feminicida.


La instrucción de quedarse en casa por el confinamiento durante esta contingencia obliga a muchas mujeres a permanecer en aislamiento con sus novios, padres, abuelos o maridos, que muchas veces son sus agresores, lo que provoca que se multipliquen sus labores en el hogar y el maltrato. La Red Nacional de Refugios (RNR) reportó que a partir de la implementación de la segunda fase de la contingencia el 23 de marzo, aumentaron 60% las llamadas de auxilio recibidas y que sus 69 refugios están entre 80% y 110% de su capacidad y mientras más avanza el tiempo, más se agrava el problema, pero como bien lo dice AMLO aquí no pasa nada.


Wendy Figueroa, directora de la RNR, en una entrevista por Laura Castellanos para el Washington Post, evidenció el incremento de 80% de violencia intrafamiliar en los dos meses que van de pandemia en México y advirtió que, por la contingencia sanitaria, el sector salud comenzaba a evadir atender a mujeres golpeadas, pues a tres de ellas que fueron a espacios de salud del Estado de México les dijeron que “no eran lesiones graves, que lo importante era el coronavirus y que se fueran porque se podían contagiar”, por lo que si su novio la muele a palos y le rompe tres costillas, la recomendación es #QuédateEnCasa (durmiendo con el agresor, obviamente) porque hay prioridades en la agenda y el bienestar de las mujeres mexicanas no es una de ellas.

La Línea Mujeres de Locatel de la Ciudad de México recibió en marzo cuatro veces más denuncias que el promedio mensual de los últimos años. Por otro lado, los llamados al 911 reportando violencia doméstica se incrementaron 23%, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), registraron 52,858 llamadas durante febrero y en marzo subieron a 64,858. Pero AMLO como siempre “tiene otros datos” ya que para él la gran mayoría de las denuncias y llamadas de auxilio son falsas, porque afirma que las familias mexicanas son fraternas, que en otros países el confinamiento social produce un alza en este tipo de crímenes, pero los mexicanos no, porque dan “abrazos, no balazos”.


El 15 de mayo del presente año, durante una conferencia de prensa, aseguró que 90% de las llamadas de denuncia por violencia en contra de las mujeres eran falsas, incluso cuando la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez reconoció que en el país se vive un sistema patriarcal donde sí existe el machismo y la violencia de género.


En la situación crítica actual por COVID-19, la ONU indicó que en Colombia, Francia, China, Argentina, Chile y otros países de América Latina hubo un “repunte horroroso” en los casos de violencia doméstica y el Secretario General de la organización pidió a los países que implementaran medidas para ayudar a las mujeres. La respuesta del Presidente de México fue decepcionante. “Se partía del supuesto de que si se estaba más tiempo en las casas podía darse más violencia familiar, esto no necesariamente está sucediendo. No se puede medir con los mismos parámetros a todo el mundo, en México tenemos mucha cultura en la familia. Sí existe machismo, pero también existe mucha fraternidad familiar”, señaló el mandatario. Para él, la armonía familiar neutraliza el machismo y la violencia doméstica es inexistente.


Si ya se aceptó que México es machista y patriarcal, que tiene alerta de género por ser considerado de los países más peligrosos para ser mujer, la ONU ha pedido que se tomen cartas en el asunto, entre otros mil argumentos ¿por qué una mujer esperaría a que el mundo se viera en una situación tan complicada como la actual para inventar que es violentada?


Espero que nunca se hayan enfrentado a una situación que amerite hacer una denuncia en México, pero ¿saben por lo que una mujer tiene que pasar para denunciar un abuso en ese país? Desafortunadamente yo sí. Mi primera denuncia por violencia de género y agresión sexual fue a los 17 años y todo el mundo trató de convencerme de que no lo hiciera, hasta mi abogado. Se necesita mucho valor para hacerlo porque no nos creen, dicen que lo que te ocurrió no es tan malo, que hay mujeres a las que les va peor y no se quejan, te estigmatizan, te dan largas, tratan de que desistas y cuando a pesar de todos los obstáculos que ponen decides seguir, te “preparan” para confrontarte con tu agresor porque es tu palabra contra la suya ¿de verdad creen que una persona pasaría por todo eso solo por molestar? Yo no.


Además, ¿imaginan el valor que necesita una mujer para acusar al padre de sus hijos de un crimen que lo podría llevar a la cárcel? ¿El proceso por el que debió pasar para entender que lo que sufre se llama violencia doméstica y no es normal? ¿Lo difícil que es aceptar que la persona que dijo amarla hasta que la muerte los separe, no la ama realmente? ¿Que está bien no querer tener sexo aunque sea su pareja formal y que si lo hace a pesar de su negativa es una violación? ¿Que su pareja con la que decidió iniciar una vida juntos y se mudaron podría matarla a golpes aunque diga que le pega porque la quiere? ¿Que su papá entre todas las noches a su habitación mientras todos duermen para violarla? Pues el Presidente no se lo imagina y su nula atención al problema hace que no solo repercuta en la impunidad legal, sino en la salud pública de las mujeres violentadas.


Los casos de feminicidio de Diana, una estudiante universitaria que fue violada y asesinada dentro de su propia casa por un hombre que ya había denunciado por acoso y un día entró a su apartamento para darle 39 puñaladas en todo el cuerpo, incluidos los genitales para después escribir con su sangre sobre la pared; o de Leonila, la mujer indígena que fue apuñalada 26 veces por su vecino que irrumpió en su hogar durante la noche mientras ella guardaba la cuarentena. ¿Por qué los valores familiares y morales del Presidente no evitaron que esto pasara? ¿Por qué él sigue diciendo “que tiene otros datos” cuando se están matando a las mujeres enfrente de la gente? Es porque los dogmas no se pueden contestar, no están fomentados en argumentos o evidencias, solo recalcan que el mandato de AMLO está basado en la fe y esta es la que guía su gobierno.


Para ser un político que se presume de izquierda y usa a Benito Juárez como un estandarte para su gobierno, es preocupante que no siga la máxima del difunto expresidente de separar sus creencias religiosas y morales de su gobierno. No es aceptable por el bien de la democracia que rige a México, que el máximo mandatario implique sus dogmas como mantras en la sociedad, aún más con temas tan sensibles como la contingencia por coronavirus y la violencia contra las mujeres, por poner dos ejemplos.


La pregunta que vengo a hacer aquí es ¿qué se tiene que hacer para que Andrés Manuel trate a las mujeres como personas, acepte que hay un problema y al menos se inmute cuando nos violentan? La falta de acciones y medidas para la protección de la integridad de las mujeres le cuesta la vida a 10 mexicanas al día según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.


El egoísmo del Presidente, aires de moralidad superior y el afán por aparentar que todo marcha de maravilla en su mandato, hace que resulte imposible admitir que hay problemas urgentes que atender, que van más allá de la contingencia pero de la mano de esta y que hay personas con diferentes opiniones a la suya. Es imperativo que Andrés Manuel deje de “llevarse entre las patas” los intereses públicos y en este caso, a las mujeres que sufren de violencia de género y violencia doméstica, y se haga cargo de las situaciones que se van presentando en el país.

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